“Jesús enséñame tu modo… que tus pasos sean mis pasos, mi modo de proceder.»
Dejaste de estar entre nosotras y así, sin más, silenciosamente y de manera inesperada, te marchaste. Celebramos juntas tu cumpleaños, el día 3 y si bien nunca sabremos cuántos más podríamos celebrar, nos sorprendiste con tu marcha.
Y nos dejaste tu experiencia de Dios en este último trayecto de tu vida, un regalo no exento de dolor, pero sí con la paz y serenidad con la que fuiste acogiendo y aceptando este momento de Dios en el que te dejaste enseñar y conducir por Él a su modo, siguiendo sus pasos y nos consta, que aprendiste su modo de proceder.
Quienes te hemos conocido y vivido contigo sabemos que la obra de Dios se manifiesta sólo cuando Él quiere y que nos prepara a todas para descubrir su presencia transformadora, a su hora y en su momento.
Hemos podido disfrutar de tu bondad, tu carácter acogedor, tu actitud de servicio, tu finura de espíritu y fidelidad como una constante en tu relación con Dios y en las relaciones personales y de amistad. Una fidelidad dinámica de quien cuida y mantiene viva la relación, y la hace cercana y cariñosa. Un rasgo característico de tu personalidad fue la responsabilidad junto a la entrega en lo pequeño y concreto de la vida cotidiana.
Estamos seguras de que nada se improvisa y que este ha sido el final de un largo recorrido desde tu nacimiento en Alfaro (La Rioja), tu entrada en el noviciado de Tortosa y tu paso por las comunidades de Gracia, Valencia, Zurita (Zaragoza), Vilanova y la Geltrú, Residencia de Castellón, Enrique de Ossó (Zaragoza) Pamplona, Calahorra y El Rasillo lugar especialmente significativo donde te esmeraste en el cuidado y disfrutaste del encuentro con la naturaleza. En Calahorra comenzaste a animar los proyectos de FundEO, consiguiendo que un grupo de voluntarias continuasen. Los últimos años de tu vida se fueron tejiendo a los pies de la Virgen en el Teresiano del Pilar. En todos y cada uno de los lugares y en las personas con las que has entrado en contacto, has ido dejando la huella de tu sencillez y bondad desde tu ser teresiana en el “conocer y amar a Jesús y hacerle conocer y amar”.
Gracias M.ª Josefa por la paz que nos has dejado, seguimos sintiendo tu ausencia, pero sabemos que tu amor a la Compañía sigue vivo y velarás por todas nosotras.
TODO POR JESÚS