“Bendice alma mía al Señor… Él te colma de gracia y de ternura”. La sencillez de vida de nuestra hermana Carmen Sampedro era reflejo de la bondad y ternura de Dios. Era fácil adivinarle a Él a través de sus gestos, palabras y silencios. Y en silencio y sin esperarlo, se fue a gozar plenamente de Dios en la madrugada del 29 de abril de 2019. Estaba muy delicada desde hacía varios años, pero su fuerte naturaleza le ayudaba a resistir.
Carmen nació en Colombres, Asturias, el 7 de febrero de 1930. Hizo su entrada en la Compañía, en el noviciado de Tortosa, en 1953. Después de su primera profesión en 1955, fue destinada a Zaragoza hasta 1967 en que tuvo que ausentarse de la vida comunitaria para cuidar primero a sus padres y después a una hermana discapacitada que no podía vivir sola y necesitaba cuidados. Carmen se hizo cargo de todo con un espíritu de sacrificio y abnegación admirables. La comunidad de Oviedo desde el año 1967 hasta 2005 era su lugar de referencia y su Betania. Siempre que podía iba a descansar y hacer unos días de Ejercicios espirituales. Añoraba la vida comunitaria, pero no se quejaba de la situación que le había tocado vivir. Las hermanas de Oviedo también se hacían presentes con frecuencia y procuraban apoyarla en todo lo necesario. Poco antes de fallecer su hermana, también Carmen empezó a experimentar síntomas de deterioro y se vio la necesidad de que las dos hermanas ingresaran en una residencia de ancianos de las Hijas de la Caridad que había en el pueblo. En 2005 falleció su hermana y Carmen fue destinada a la comunidad de Ávila- residencia.
Durante los catorce años que vivió en la comunidad descubrimos a una persona que recibió de Dios el don de la bondad, de la paz y del servicio callado y humilde. Y supo convertir estos dones en tareas concretas de entrega generosa.
Tenemos muy presente esta última etapa de su vida: esa enfermedad que la mantenía silenciosa y observadora, un misterio de fragilidad y pequeñez que mirábamos con cariño de hermanas y al que Dios amaba entrañablemente. Se emocionaba mucho al escucharnos cantar sobre todo cuando eran cantos a la Santina, su querida Virgen de Covadonga, y el “Asturias patria querida”. Apenas podía terminar alguna frase pero con su mirada lo decía todo.
Sabemos que Carmen ha escuchado a Jesús estas palabras consoladoras: “ven, sierva buena y fiel, entra en el gozo de tu Señor”. Con ella celebramos la Pascua y la Vida verdadera y nos alegramos porque en Dios ha encontrado ya el verdadero BIEN. Gracias, Señor, por su vida.