Dios no deja nunca de sorprendernos, los signos que diariamente Él nos ofrece pertenecen a la normalidad de la vida cotidiana, sin nada espectacular. A los pocos días de terminar la Pascua, en la que Carmen gozosa nos decía “Jesús Vive”, la vida para ella terminó, e inauguró la otra VIDA. ¡Cuántas veces no repetiría en su silenciosa oración “aquí tienes a la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”
Nos dejó en la mañana del 12 de junio del 2019; fue sin duda un misterio, que nos sorprendió. Sin ella saberlo, el día de su defunción, nos ha enseñado, que Dios en ella y en nosotras, se presenta de incógnito y nunca sabremos de antemano, ni cuándo, ni cómo aparecerá finalmente en nuestras vidas. A ella en ese día y en ese momento a solas, El Señor la llamó. Encontrarse con Jesús, y María ha debido de ser la alegría más grande de su vida.
A la comunidad nos queda agradecer su entrega y su fidelidad; nosotras vamos a sentir su ausencia al no escuchar su voz. Siempre se interesaba de todo y por todo, lectora asidua para estar al día de los acontecimientos del mundo, de la ciudad y de su querido pueblo: Ciudad Rodrigo.
Hacía muy poco tiempo que abandonó su tarea como sacristana, y todas las noches se despedía diciéndonos que iba a preparar la Mesa del Señor para mañana, y siempre lo hizo con delicadeza, con esmero y con todo su cariño . Carmen gozó día a día de la vida.
Su labor docente la desarrolló en Huelva, Valladolid, Dueñas, Mora, Oviedo, Ciudad Rodrigo, Jesús Maestro y Salamanca. En ellas ejerció su misión y apostolado.
¡Carmen! te recordaremos siempre como esa mujer fuerte, sufrida, paciente, entregada y llena de amor, siempre al servicio del Reino de Dios y de su Compañía de Santa Teresa de Jesús.