Formación hermanas de comunidades residencia-enfermería

Los días 4 y 5 de febrero nos reunimos en Madrid las hermanas coordinadoras de las Residencias y enfermerías de la provincia y algunas hermanas de los equipos de estas comunidades.

Cuidar de verdad a personas mayores y/o dependientes no es tarea fácil, y requiere formación. Y a eso fuimos, a formarnos y compartir experiencias de la vida de nuestras comunidades. Nos ayudó  José Carlos Bermejo, Delegado General para la Provincia Española de los religiosos Camilos, Director del centro de Humanización de la salud y del Centro Asistencial San Camilo, de Tres Cantos (Madrid), y, sobre todo, como él mismo se define, experto en humanizar la salud.

Con él trabajamos la mañana del día 4 las competencias necesarias para ser una buena cuidadora, que son muchas más que la mera competencia técnica, que, por supuesto, es necesaria. Comentamos diferentes modos de relación de ayuda en el cuidado de las personas mayores, la empatía como actitud fundamental en esta relación… También pudimos hacer “ejercicios prácticos” analizando desde los criterios que íbamos trabajando, algunos casos que se nos presentaron.

Las primeras horas de la tarde nos zambullimos en el mundo del alzhéimer.  José Carlos nos compartió algunas claves para la comunicación con las personas que padecen esa enfermedad tan frecuente, desgraciadamente, en nuestros días. La segunda parte de la tarde la dedicamos a tratar algunos problemas éticos complejos, en la práctica asistencial: testamento vital, eutanasia, sedación, suspensión de tratamientos… las actitudes que se deben adoptar para cuidar enfermos, y para unos necesarios “cuidados paliativos”… Nos resultó muy interesante clarificar el alcance de algunos términos por las consecuencias que llevan tras de sí.

En la mañana del día 5 nos encontramos con el mejor “médico”, el mejor “sanador”: Jesús. Oramos y compartimos algunos textos en los que se narran milagros en los que Jesús cura diferentes dolencias: los diez leprosos, el ciego de nacimiento… Todas nos sentimos enfermas y sanadoras al mismo tiempo, y expresamos un mismo deseo:  que  Jesús nos conceda siempre su mirada misericordiosa y su actitud sanadora para nuestras dolencias y las de aquellas personas con las que vamos transitando el camino de la vida.

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