FIESTA DE MORA

Mora, situada en un enclave privilegiado, en el corazón de la tierra manchega, es un “mar de olivos”, como les gusta denominar las vistas que desde el cerro de la Ermita de La Virgen o desde el Castillo de Peñas Negras se otea en el horizonte, y protege a sus moradores. No en vano su Aceite de Oliva Virgen Extra es su producto más representativo.

Desde la planicie del pueblo le rodean sus ricos viñedos, que hacen las delicias de las fiestas y sus almendros que endulzan la mejor selección de amarguillos, pastas de almendra, mazapanes de la tierra, guirlaches…

Lo religioso y lo popular van íntimamente unidos en esta tierra de hombres luchadores y acogedores, donde existe la vida que transmiten y colorean con todo lo que poseen.

Antes de iniciar oficialmente el curso, en el principio del mes de Septiembre, la Romería de «Nuestra Señora de la Antigua” es toda una explosión de presencia con los hijos de Mora. Precedida de la novena solemne en la Iglesia parroquial, culmina en el último día en el cerro elevado de su ermita dedicada a La Virgen.

No sólo bailes de todas las edades se suceden. Los morachos engalanados para bailar y cantar desde las distintas cofradías, grupos, homenajean a su Virgen. Al final del encuentro, junto con las hermandades, grupos de acción social… las hermanas teresianas, en nombre del Colegio y de la Comunidad, llevamos nuestra ofrenda floral a los pies de María.

El poeta de Mora, Rafael Fernández Pombo, canta así a su tierra

Me enjalbiego de luz con esa ermita

que en un mínimo cerro se levanta

se me quiebra la voz en la garganta

y la flor de mi orgullo se marchita.

Hay algo entre sus muros que nos grita

y un íntimo repique que nos canta.

Reza Mora en la ermita, allí decanta.

El vino de su fe. Te necesita.

Te necesita como al sol que abre

el milagro diario de la aurora,

te necesita como faro y guía…

Deja que a fuerza de suspiros labre

el cerro de tu amor. Deja que Mora

se quede junto a ti, Virgen María.

 

Después de unos días de respiro, el 14, en la noche, la “pólvora” como llaman aquí a un despliegue de fuegos artificiales nos anuncian el principio de una semana de fiestas por todo lo alto. Procesión del Cristo, bailes regionales con grupos de Alicante, Asturias y cómo no manchegos de la tierra. Teatro diario de diferentes compañías, visita teatralizada por el pueblo, diana que bien de mañana recorre las calles del pueblo con su Banda Municipal, vaquillas, espectáculo ecuestre, baile de caballos traídos de Andalucía, concierto… y delicias para degustar y recrear, en los múltiples chiringuitos y puestos, en torno al Ayuntamiento.

Las Hermanas, en distintos grupos, nos hacemos presentes en casi todas las actividades programadas, bailes regionales con grupos de Alicante, Asturias y cómo no, grupos famosos de morachos de la tierra.

El día 25, en peregrinación, desde la ermita, bajan a la Virgen hasta la entrada del pueblo donde sale a recibirla el Cristo de la Vera Cruz que junto a Santa Ana acompañan a María, con sus grandes orquestas, hasta la Iglesia donde permanecerá  todo el mes.

No podemos dejar el arte más significativo, presente, en el corazón del pueblo: el Colegio de “las monjas”, de “las teresianas” como cariñosamente nos identifican, el Ayuntamiento de estilo neomudéjar, el museo del aceite “Felipe Vegue”… y tantos más que hacen las delicias de quienes se acercan a visitar su riqueza cultural.

Y por último   la “Fiesta del Olivo”, declarada de interés turístico regional, en el último domingo de abril, todo un homenaje a sus agricultores  con sus carrozas y pasacalles.

Hasta aquí, una degustación en palabras, de una fiesta que se inicia y continúa. Si deseas descubrir sus riquezas, no tienes más que venir y comprobar. La puerta está siempre abierta.  Juana Rodríguez, Comunidad de Mora.

 

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