Así me llegó a comienzos de este mes de mayo en un blog de Antonio Mas[1], conocido y querido teresianista. Y aunque en francés, he querido dejar así el título, porque me ofrece otra fuerza para concretarlo en la vida.
Se sobreentiende que habla de confianza y sonrisa, pero siento la fuerza del hacer camino de confianza en lo concreto de lo que la vida nos ofrece vivir, y sonreír serenamente con todo, en todo… aunque sea dentro y en el hondón. Si ahí ha llegado la paz y la alegría creyente, en esa tierra madre crece la confianza que hace del camino una peregrinación cotidiana en la seguridad de ser conducidos por quien ya conoce y ha hecho el camino, y nos ofrece su compañía y su mano.
Sabes que tendrás que buscar “las señales” para no perderte cada día, y hacer el tramo de camino que se nos presenta cada día, acoger a quienes se nos ofrecen cada día compañeros de camino, y construir con ellos y vivir la misión en esos días y esas horas, y encontrar el sentido de la vida en la escucha interior y en las palabras y los pasos fuera, integrada la vida, realidad e historia de salvación.
La vida espiritual consiste en confiar y sonreír, viene a decir aquel texto desde el título, y termina así también: La vida debería consistir siempre en confiar y sonreír…. Confiar en el misterio de la vida que llamamos Dios, de la mano de Jesús-Cristo, y sonreír.
La imagen que acompaña al texto es la de un bebé sonriendo… más simplicidad imposible y menos elaboración y composición de lo que en sí es esencial, está ya en la vida recibida y por eso es más sencillo, también.
Es regalo que recibimos y ojalá lo vivamos en la apertura y el agradecimiento: la belleza, la bondad y el bien, la verdad… son el horizonte para contemplar y orientarnos, espejo para nuestras vidas, y a la vez el paso a paso a dar en lo concreto. Han sido sembradas y los hemos recibido como semillas en el corazón ¡siempre testigos de esa imagen que somos de la gran dignidad y hermosura que dice Teresa de Jesús en las primeras Moradas, y que están en nuestro mismo centro!
Y como nada de esto podemos solos, al terminar el Evangelio de Marcos, escuchamos la clave: El Señor cooperaba confirmando la Palabra con las señales que les acompañaban[2]. Ellos, los discípulos, ya ponían su poquito que es en mí: habían salido a proclamar la Buena Noticia recibida. Ya eran Iglesia en salida. Había escogido la vida…
De otro modo lo dice González Buelta: Miro hacia delante y me veo en la vida que engendré ayer al sembrarme, creciendo ya delante de mí mismo, en la risa sin trampa de los niños, en el ritmo de los jóvenes que estrenan horizontes, en las comunidades que se unen contra las fuerzas de la muerte. Mi vida ya va en todos ellos delante de mí, más fuerte que yo, marcándome el camino, tirando de mis pasos. Hoy, en este instante, escojo el futuro y resucito.
Confianza y sonrisa que nos deseo en el camino cotidiano por hacer y en el agradecimiento por el regalo recibido.
Isabel del Valle
[1] Itinerario espiritual con Teresa de Jesús
[2] Evangelio según san Marcos, 16,20