La comunidad Residencia se encuentra ubicada en una parte de la Casa General de la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Via Val Cannuta (Roma).
El origen de esta comunidad se remonta al año 1965, cuando se traslada a Roma la sede del Gobierno General y se ve conveniente constituir una comunidad en la misma casa.
El 24 de abril de 1995, con la creación de la Viceprovincia Mª Madre de la Iglesia, pasamos a ser parte de la misma ya como comunidad independiente y en 2017 a la Provincia Teresiana de Europa.
Durante estos años de vida y misión en Roma, muchas han sido las actividades realizadas por las hermanas: la atención a las hermanas del Gobierno General y la colaboración en su archivo y secretaría; la dirección y gestión de la Escuela Infantil (de 1979 hasta el 2014) y de la Casa de Espiritualidad (de 1987 hasta el 2012); catequesis en nuestra parroquia y en otras de los alrededores de Roma; trabajo en la Congregación para la Educación Católica; colaboración en el Coro Vaticano, en el Cottolengo y en el “Centro Astalli” de los jesuitas. A partir de 1993 decidimos acoger en nuestra comunidad a religiosas de otras congregaciones y países que vienen a Roma, principalmente a estudiar. Desde el año 2006 somos comunidad- enfermería para las hermanas de Italia.
Actualmente nuestra comunidad está formada por doce Hermanas y una laica, hermana de una teresiana ya fallecida.
Hemos vivido momentos de dolor pues no es fácil desprenderse de las actividades que hemos realizado. Decir adiós a un tipo de actividad es duro, aceptar la propia limitación difícil pero, precisamente, estas situaciones son las que han ido fortaleciendo nuestra confianza en Dios y las que nos hacen recordar con cariño las palabras de San Enrique: “Grandes cosas verdaderamente habéis prometido, pero mucho mayores os las prometen en cambio el Señor Jesús y Santa Teresa, si perseveráis hasta el fin en su Compañía y amor, que habéis escogido por su infinita misericordia.” (DP. XVIII)
Nuestro proyecto y misión es ser testigos del amor de Dios desde la ética del cuidado de la vida; ese cuidado lo expresamos con nuestra oración por la Iglesia, la Compañía, la Provincia y la comunidad, y atendiendo a nuestras hermanas más dependientes con ternura y generosidad, poniendo lo poquito que hay en cada una de nosotras al servicio del Reino.
Ojalá todas las personas, al llegar este momento de sus vidas, pudieran, como nosotras, tener un hogar y personas que nos ayudan a vivir este tiempo. Nuestra vida es signo y expresión de tantos años vividos en la Compañía en favor del Reino y de un mundo mejor. Por todo, damos gracias.