Cuando al ir a apagar el ordenador me encuentro el aviso de “actualizar y reiniciar” o “actualizar y apagar”, me veo obligada a dedicar tiempo y paciencia a la espera de esa acción que me pide este aparato, aunque pueda elegir el final, “reiniciar” o “apagar” … pero antes o después no me libro del “actualizar”. En este tiempo que hemos vivido y todavía vivimos de cierto confinamiento, me ha venido en varias ocasiones esta imagen del ordenador pidiéndome “gastar” tiempo en la actualización necesaria antes de reiniciar el equipo… la etapa siguiente.
¿Cómo será en la vida cotidiana ese después, ese “reinicio” que debe pasar por “actualización”?, ¿cómo plantear ese nuevo modo necesario que nos pide esta próxima etapa que viviremos? Creo que no tenemos todavía respuestas ante esta gran incertidumbre y el nuevo horizonte… Tenemos preguntas y experiencias. Y qué necesario será “leer” esa experiencia vivida para que provoque la necesidad de “actualizar” sí o sí, antes de “reiniciar” de modo nuevo. Dice el Papa Francisco: no perdamos la memoria una vez que pasó esto, no archivarlo y volver a donde estábamos. La creatividad del cristiano se tiene que manifestar en abrir horizontes nuevos, en abrir ventanas, abrir transcendencia hacia Dios y hacia los hombres, y redimensionarse en la casa… Una creatividad sencilla, que todos los días inventa. Pero no huir, escaparse en alienaciones, que en este momento no sirven[1].
Muchos dicen que la crisis del coronavirus podrá ser una oportunidad para un mundo más ecológico y humano, pero que eso depende de nosotros: otro tipo de relación, otro modo de trabajo, otro modelo de consumo y de progreso con más calidad de vida y centrado en el bien común… Siempre otro nuevo modo que tenemos que buscar y construir juntos. Y tendrá que comenzar por mí y por los que nos juntamos para desengañarnos y decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios[2]; por la comunidad local, para que tenga alguna incidencia en lo global.
Lo vimos desde 2017, en el XVII Capítulo general de la Compañía, y deseamos y buscamos ese nuevo modo con distintas acciones, nombres o situaciones: nuevo modo de ser, de consumir y de relacionarnos entre nosotras y con nuestro entorno más inmediato; de organizarnos y de multiplicar la vida y la fuerza apostólica que la Compañía quiere seguir ofreciendo hoy; de ser y de hacer desde la clave del cuidado de la vida y de nuestra casa común; de amar y servir como Jesús; de estar presentes en la vida de mujeres y jóvenes y del lado de los más vulnerados de nuestras sociedades; de situarnos en el corazón de este mundo; de construir la comunidad y de colaborar en la misión común… Éste es un tiempo de coherencia; es un lugar de metanoia lo que estamos viviendo, y es la oportunidad de hacerlo. Hagámonos cargo y sigamos adelante, dice el Papa.
Montserrat del Pozo (Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret) dice que cuando pase el coronavirus, tenemos que ser capaces de reflexionar juntos, desde puntos de vista bien diferentes, de aunar iniciativas desde diversas latitudes, compartiendo misión desde distintos carismas, de ensanchar la mirada para encontrar y/o inventar caminos, de transmitir la esperanza que nos alienta el Espíritu del que somos cómplices, tenemos que ser capaces no tanto de buscar respuestas, sino sobre todo y con osadía, de plantearnos nuevas preguntas.
Y dice el Papa Francisco: Si usted me pregunta qué libro de teología más le puede ayudar a entender esto, son los Hechos de los Apóstoles. Ahí va a encontrar la manera en que el Espíritu Santo desinstitucionaliza lo que ya no sirve e institucionaliza el futuro de la Iglesia. Esta es la Iglesia que debe salir de la crisis. Necesitamos reconectarnos con nuestro entorno real. Este es el momento de dar el paso. ¿Cuál va a ser mi servicio como obispo de Roma, como cabeza de la iglesia, en el después?
¿Cuál va a ser el mío? Sólo cada una podemos dar el “click” al “actualizar” y “reiniciar” para el paso siguiente de nuestra vida.
Isabel
del Valle, stj
[1] Entrevista abril de 2020
[2] Teresa de Jesús, Vida 16,7