Retiro de Pentecostés: “Si no oís la voz del Viento, ¿qué palabra llevaréis?”

En el corazón de una Ávila vestida de primavera, invitadas por Proyecto Nudo, treinta hermanas y laicas teresianas nos reunimos para celebrar un retiro de Pentecostés conducido por Isabel del Valle. Bajo la inspiración del verso de Casaldáliga —“Si no oís la voz del Viento, ¿qué palabra llevaréis?”— nos abrimos a la escucha de ese Espíritu que sigue soplando con fuerza serena en lo profundo de la vida.

La mañana comenzó con una motivación que nos ayudó a adentrarnos en los símbolos del Espíritu: Viento, Agua, Bálsamo y Fuego. En cada uno fuimos reconociendo la Voz que habita y habla en los signos cotidianos, en los gestos de ternura, en la compasión que sana, en la pasión que transforma. Era una invitación a seguir leyendo la presencia del Espíritu en sus manifestaciones silenciosas y elocuentes.

Por la tarde, otro verso nos interrogó con fuerza: “Si dejáis que el Viento calle, ¿qué oiréis en la oración?” En un mundo ruidoso y herido, sentimos la urgencia de no apagar la Voz del Espíritu, que resuena allí donde hay búsqueda de sentido, compromiso con el bien común, defensa de la justicia y cuidado de la creación. El Espíritu se manifiesta también fuera de los márgenes de lo religioso, en todas las personas que siembran humanidad con su vida.

La vigilia de Pentecostés fue​ un Cenáculo lleno de nombres, de clamores del mundo que sufre y resiste. Allí, el Espíritu se hizo súplica, gemido y promesa. Y nosotras, como comunidad creyente, queremos ser parte de ese clamor y, al mismo tiempo, testigos de esperanza.​

El domingo amaneció con otra pregunta de Casaldáliga: “¿Qué daréis por sacramento si no os dais en lo que dais?”. En las circunstancias concretas que nos toca vivir, se nos ofrece la posibilidad de acoger la gracia desde lo que somos, y de hacer del don de cada día una forma de presencia habitada. Culminamos el encuentro con una eucaristía en la que ofrecimos los frutos de este retiro.

Que Pentecostés no sea una efeméride, un día… sino un modo de estar: atentas, abiertas, habitadas por el Espíritu que sigue clamando vida en medio de tanto desamparo. Porque sólo quien ha escuchado al Viento puede hablar con verdad. ( Mauge Aranda stj)

 

 

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