La Compañía de Santa Teresa de Jesús peregrina a Montserrat

Como miles de peregrinos y peregrinas las hermanas de la Compañía subieron el pasado 17 de mayo a Montserrat para unirse a la conmemoración de los 1000 años del Monasterio.

Las hnas. Tere Torres y Rosa Mª Riba asumieron la preparación y cuidaron todos los detalles. A su invitación respondimos 52 hermanas, cuatro del Equipo de Gobierno general, y el resto de la Provincia Teresiana de Europa; en ellas, toda la Compañía presente.

La belleza de la subida al Monasterio fue el primer regalo; al llegar, nos congregamos ante la estatua de San Enrique de Ossó. La hna. Esther Medina, Coordinadora provincial, dijo unas entrañables palabras “Todas las hermanas somos conscientes de lo que Montserrat significó para nuestro Padre Fundador. (…) Sus vínculos con Montserrat fueron tan estrechos que, para nosotras, casi no podemos pensar en Montserrat sin pensar n nuestro Padre.

Por eso no hemos querido dejar pasar esta celebración del Milenario sin hacernos presentes. Como hijas agradecidas, somo nuestro Padre habría querido, queremos unirnos a las fiestas del Milenario como Compañía de Santa Teresa de Jesús y fortalecer los lazos que siempre nos han unido y nos unen hoy estrechamente al monasterio y a “la Moreneta”. (…)”

Y como hubiera hecho Enrique de Ossó entramos al Monasterio, y allí, “a la sombra de la Virgen”, permanecimos orando hasta que comenzó la Eucaristía.

La hna. Pilar Liso, Vicaria general, leyó las palabras de la hna. Ángela Cuadra, Coordinadora general, que no pudo estar presente; sus palabras nos ayudaron a reconocer el monasterio como “tierra sagrada” para San Enrique y para la historia de la Compañía, historia que se hace presente agradecido una vez más.

Tras la Eucaristía, fuimos recibidas por el Prior Jordi Puigdevall al que se le entregó los tomos de la Historia de la Compañía de Santa Teresa.  Él compartió con nosotras lo que está significando la celebración del milenario y lo que está suponiendo para la comunidad benedictina y para los miles de personas que durante quince meses peregrinan hasta Montserrat.

Después nos encaminamos al camarín de la Virgen para consagrar a la Compañía. Pasamos por el mismo altar de San José donde aquel niño llamado Enrique pidió a la Virgen encontrar su vocación. Una por una, ante Ella; luego, juntas, pronunciamos la consagración de la Compañía: “Concédenos, Madre, hacer fecundo en nuestras vidas el carisma que hemos recibido: conocernos y conocer a Jesús, amarle siempre y hacerle conocer y amar por todos” y vivirlo a la luz del último Capítulo general.

Y así, bendecidas por la mirada de nuestra Madre, nos hicimos la foto de grupo y fuimos a comer; tiempo para compartir, agradecer, brindar, contemplar el fabuloso paisaje… reconocer, una vez más, la bendición de ser teresianas y seguir las huellas de nuestro fundador.

Y así volvimos a nuestras comunidades con corazón agradecido, con el recuerdo de muchas hermanas, con la presencia de laicos y laicas con los que compartimos misión y vida, y con la certeza que nace de la fe, de que la Virgen cuida a la Compañía con amor maternal.

Fuimos peregrinas a Montserrat y como tantas personas, a sus pies y con confianza, pusimos nuestra vida, la vida de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Gracias por un precioso día. (Gema Meroño, stj)

 

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