El día 6 de enero, fiesta de Reyes, falleció en la comunidad de Ávila-Residencia nuestra hermana María Urbón, a los 98 años de edad y 81 de vida religiosa.
Era natural de Medina de Rioseco, provincia de Valladolid. Entró en la Compañía el 12 de octubre de 1943 en el noviciado de Tortosa. Después de sus primeros votos, comenzó su actividad apostólica en el Colegio de Calahorra, donde hizo los votos perpetuos el 26 de abril de 1951. A continuación, fue destinada al Colegio de Jesús Maestro, donde dio clases hasta que fue nombrada superiora de la Comunidad de Ávila, cargo que ejerció desde el año 1967 hasta 72. Fue también coordinadora en la Comunidad de Mora de Toledo. En Toledo, estuvo al frente de la residencia y de la Casa de Ejercicios. En Madrid, después de su jubilación, trabajó en la Secretaría de la Conferencia episcopal durante 18 años. Cuando empezó a perder vista y oído se dedicó a rezar y a ser un referente entrañable de cercanía y acogida para cuantos llegaban a la Casa Provincial. A partir del verano del 2019 volvió a formar parte de la Residencia de Ávila.
La vida de María deja a su paso un recuerdo unánime: Echaremos en falta su acogedora sonrisa y su educada sencillez, hecha de bondad y cordial cercanía. Había nacido en el seno de una familia numerosa de nueve hermanos. Nos cuenta su sobrina Consuelito, que a los ocho años le confesó a su abuela que ella iba a ser teresiana. Y que su familia tenía muy claro que para María era prioritaria su relación con Dios. En una ocasión le dijo que lo primero que hacía cada mañana era renovar sus votos. Y sigue Consuelito diciendo: “…todo el mundo la quería, porque era la bondad personificada y vivía sus convicciones más hondas a fondo, respetando siempre cómo las vivíamos los demás. A mí me transmitía paz hasta cuando callaba”.
Dios le regaló la manifestación de la vida verdadera justamente el día de la Epifanía.